News

News

Palabra clave

Nade: ¿Qué es una persona sin sus recuerdos?
Nade: ¿Qué es una persona sin sus recuerdos?
Jessica Rivero

1/10/2025

Una nueva versión de la Tierra, hostil y árida, donde las leyes son implantadas por entes que se hacen llamar “daonais” y criaturas híbridas que reciben el nombre de dioses-bestias: ese es el escenario que toma Malena Salazar Maciá para ambientar su novela "Nade”. Premiada con el “David de Ciencia Ficción” en el año 2015, esta obra pretende revelar, mediante una sociedad totalmente dependiente de la tecnología, las intenciones más oscuras y primitivas que mantiene el ser humano, sea cual sea su condición social. La historia comienza cuando uno de los híbridos, un dios-bestia con cuerpo humano y cabeza de chacal llamado Inpu, encuentra a una chica a punto de morir en aquel desierto infinito en que se ha convertido Terra. Esta divinidad es la imagen exacta de un dios del Antiguo Egipto: Anpu o Anubis, deidad funeraria asociada con la vida en el más allá. La autora hace una variación en el nombre, pero mantiene las características físicas del dios original. Inpu halla a la muchacha casi calcinada y se apiada de ella. Desde entonces, desarrolla un interés hacia la chica, una extraña conexión que los atará aunque se encuentren separados. Las emociones de este dios son tan fuertes como las de un gentium —vocablo del latín que significa persona o gente, y que la autora utiliza para referirse a los humanos—, pues está dotado de una mente sabia a pesar de su parte animal. ¿No es este el caso de los gentiums también? La parte animal del hombre no puede separarse de él, aunque se encuentre en un entorno tecnológico avanzado. Malena proyecta esta idea de forma magistral en la novela: los sentimientos más oscuros del hombre saliendo a flote en una ciudad que se rige por la tecnología. Metro y las colonias en las que está dividida Terra, se encuentran bajo el gobierno de los “daonais”—anagrama de la palabra que deviene del hebreo adonai, que significa señor—. Cada uno de estos jefes controla la ciudad por medio de altas estructuras y códigos que protegen desde sus predios, incluso hasta su propia mente, y los gentiums comunes giran en torno a sus designios. Nadie puede faltar el respeto a su daonai, más bien le debe rendir pleitesía y ellos tienen el privilegio —aunque lo conocemos como algo básico— de poder beber agua, un recurso escaso en el amplio desierto. Las clases sociales son un aspecto muy marcado en toda la novela. Ser parte de la capa social más baja de Metro no es nada sencillo, allí son despojados de sus lenguas, de sus emociones, y únicamente sirven para el cuidado directo de sus daonais. Los nonlingua, como diría la propia Nade, son convertidos en máquinas. Siguiendo esta línea podemos encontrar cierta similitud con la obra de George Orwell, “1984”. En este libro, se planeaba inventar un idioma más sencillo, empobrecido, donde las personas no tuviesen que pensar para hablarlo. La semejanza entonces en la historia de Malena se establece dado que aquellos que menos tenían la oportunidad de pensar, eran desprovistos de sus capacidades para comunicarse. Si no eras un daonai de Metro o un ingeniero, utilizabas un lenguaje tosco y poco coherente, diciendo frases como: “lo población de lo colonia”. En otro enfoque orwelliano tenemos la figura de Beelz, personaje cuyo papel de ingeniero fiel a las órdenes de sus daonais, le impone cumplir tareas retorcidas como borrar huellas, desaparecer pruebas y sepultar los hechos de los trabajos sucios ¿No es este también el trabajo de Winston Smith? En “1984”, las acciones que desmintieran la heroicidad de los ministerios o del Gran Hermano debían ser eliminadas, como si nunca hubiesen sucedido. De esto se encargaba Winston, de proteger un nombre, como Beelz el suyo propio y el de sus daonais. Por último, está el empleo del castigo. La desobediencia al gobierno debía ser pagada y, la peor de las penitencias, casualmente al igual que en la obra de Orwell, era la limpieza, la desaparición completa e instantánea del individuo, y no solamente de este, sino también de su historia y su pasado, eliminando de forma permanente su existencia. La astucia con la que Malena Salazar trama su novela, permite la lectura final de una perfecta distopía, que encierra tantas miserias humanas como preguntas existenciales. Una de ellas abarca todo el viaje personal de la protagonista: ¿Qué es una persona sin sus recuerdos? Nade comienza la historia siendo una muchacha, no más que eso. Un cuerpo que ha perdido la capacidad de recordar quién era. ¿A dónde podemos ir sin recordar quiénes somos? Por ello, Inpu la nombra y hace, al menos, que sea nueva. Entonces comienza a ser Nade, la renacida. Con la capacidad de crear nuevos recuerdos, Nade empieza una aventura donde, sin saberlo, es codiciada por varios entes, unos con más poder que otros. De todos ellos recopila hechos de su pasado y vuelve a recordar, de forma lenta y muy dolorosa, quién era antes de nacer de nuevo. Fue manipulada y engañada. Todos la trataban como si tuvieran entre sus manos una bola de barro perfectamente húmeda, lista para ser moldeada. Pero, aquellos que la lean a fondo, podrán darse cuenta de que nunca, ni en las peores circunstancias de su vida, va a dejar de ser Nade. Malena tuvo la oportunidad de crear un personaje femenino poderoso, y la agarró entre sus manos con el mismo afán con el que Nade se aferró a sus nuevos recuerdos. Gracias a esto, tenemos la dicha de preguntarnos al cerrar la última página, entonces, ¿quién soy yo?